Hans Wilsdorf, en 1905, con 24 años de edad, fundó en Londres una empresa especializada en la distribución de relojes, soñando con un reloj para llevar en la muñeca, que además de elegantes, fueran fiables y exactos.
Mr. Wilsdorf quería que sus relojes llevaran un nombre corto, fácil de pronunciar y de recordar en cualquier idioma, y que luciera bien en la esfera y el movimiento. Probó a combinar las letras del alfabeto de todas las maneras posibles. Afirmó que obtuvo unos 100 nombres, pero ninguno le pareció el correcto. Una mañana, mientras recorría Cheapside, en la City de Londres, a bordo de un tranvía tirado por caballos, un genio le susurró una palabra al oído, que fue el nombre. Había nacido ROLEX, que acabó convirtiéndose en un mito dentro de la relojería.
En 1910, un Rolex recibió el primer Certificado Cronométrico Oficial suizo que el Official Watch Rating Centre (Organismo oficial de control de la marcha de relojes) de Berna otorgara a un reloj de pulsera.
Cuatro años más tarde, en 1914, el Observatorio de Kew de Gran Bretaña otorgó al reloj de pulsera Rolex un certificado de alta precisión, que hasta entonces se entregaba únicamente a los cronómetros marinos. Desde entonces, el reloj de pulsera Rolex es sinónimo de precisión.