El famoso escándolo, bautizado como Dieselgate, sobre la manipulación fraudulenta en la gestión de emisiones de los vehículos, ha desencadenado una nueva visión de la movilidad, de manera imperiosa. Los fabricantes se han volcado, en lo que podría considerarse como un lavado de imagen, desarrollando y adoptando nuevas medidas de ahorro energético y de bajos efectos contaminantes. Los vehículos eléctricos, que han permanecido en el limbo durante décadas y así su desarrollo (por razones que no mencionaré), que todavía a día de hoy acarrean dos grandes handycaps, el de la suficiencia de autonomía y el del precio de venta. Como paliativo al primero de ellos, todos los fabricantes han abocado esfuerzos para desarrollar nuevos elementos para mejorar la eficiencoa. Si bien la F1 es un laboratorio ideal para el desarrollo de nuevas tecnologías, en la dirección de la eficacia, el vehículo eéctrico lo está siendo para la eficiencia. Un ejemplo es el del fabricante de neumáticos Goodyear, que ha desarrollado un neumático específico para tal fin.