En la década de los 70′, BMW preparó un prototipo de vehículo eléctrico, con el objetivo de servir de escaparate tecnológico en las Olimpiadas de Munich de 1972. En el escenario de la crisis del petróleo que acontecía, quiso mostrar su interés en la búsqueda de una solución al problema, así que fabricó dos unidades de este prototipo para dejar constancia de ello.
Como vehículo base, la marca bávara escogió el modelo 1602e, al que eliminó el motor de combustión y le colocó un propulsor eléctrico de 32 kW (43 CV) y un paquete de 12 baterías Varta de 12V, que ocupaban todo el vano motor y pesaban nada menos que 350 Kg.
Su autonomía no era muy alentadora y se quedaba en unos escasos 30 Km, siempre que no se rebasaran los 50 km/h de crucero.
Años más tarde, en 1975, BMW realizó otros estudios en silencio y produjo otros prototipos, como el 700 LS electric.
Ya en 1987, se invirtió en otro prototipo de coche eléctrico, en este caso se tomó como base, la carrocería e30, que gozaba de mucho éxito y aceptación, y en concreto, la única motorización de tracción integral, en esa carrocería, que era el 325ix (en su versión de gasolina, un 2500cc, de 171CV y tracción integral).