En esta ocasión, me gustaría comentar algo que ya he podido experimentar en un par de ocasiones y está relacionado con los perfiles de aluminio con rotura del puente térmico.
Los perfiles de carpintería metálica de aluminio, están construidos, mediante la extrusión de una aleación endurecida de éste material, del cual, podemos destacar algunas características básicas:
- Gran resistencia a la corrosión.
- Alta durabilidad.
- Inalterable frente a la humedad.
- Ligero.
- Bajo peso específico (ligero).
- Relativamente fácil de tratar superficialmente para su acabado (lacado, anodizado…)
- Facilidad de mecanización (corte, taladrado, fresado…).
- Buen conductor del calor.
Es precisamente en el último punto, en el que me gustaría centrarme en este artículo.
El hecho de ser un buen conductor del calor, implica que cuando instalamos una carpintería de aluminio, para el cerramiento exterior de una estancia, se cree
un excelente puente de conexión, entre el interior y el exterior, por lo que se refiere a la energía calorífica. Este «puente», intenta nivelar ambos niveles de energía, trasfiriendo energía del que posee más, al que menos, como si de unos vasos comunicantes se tratase, en un símil hidráulico.
Es un error conceptual típico, el decir y pensar que en invierno, el cerramiento «deja entrar el frío del exterior», cuando lo correcto es decir que lo que facilita es la evacuación de calor desde el interior, hacia el exterior.
En cualquier caso, queda claro que es algo que no nos conviene, porque la pérdida de energía, implica un consumo energético desaprovechado, que no va a aportarnos ningún beneficio, pero sí nos reportará un coste.
Para solucionarlo, sólo tenemos una vía para solucionarlo: dificultar esa fuga de energía, entre ambos lados del cerramiento. Puesto que la transmisión de energía calorífica, que queremos evitar, se está produciendo por contacto, una buena solución es interponer un elemento que entorpezca ese «camino» de evacuación. Para ello, utilizamos materiales que precisamente, a diferencia del aluminio, sean pésimos conductores del calor, que llamamos «aislantes».
Llegados a este punto, podemos optar por dos soluciones muy válidas, utilizar un material que sea mal conductor del calor, para componer el cerramiento (los más utilizados son la madera y el PVC) o algo que podríamos decir, que roza la incongruencia, utilizar un material buen conductor del calor (como es el caso del aluminio) e interponer un material, que no lo sea, dentro de él.
¿Como puede ser eso posible? De nuevo, tenemos dos opciones posibles, evitar el contacto del material, con facilidad para la conducción del calor, mediante la colocación superficial de un material mal conductor, que a modo de aislante, romperá ese canal de evacuación de energía. En el caso de los cerramientos formados mediante perfiles de aluminio, ésto se consigue aplacando una de las caras de los perfiles (suele hacerse en la cara interior) con láminas de madera, que como ya sabemos, es un material con baja conductividad del calor. A la postre, obtenemos un acabado interior, que nos aportará una sensación de mayor calidad.
Otra de las soluciones posibles, a la hora de usar perfiles de aluminio para los cerramientos exteriores, y con seguridad la más frecuente y, podríamos decir que, práctica, es la rotura interna del puente térmico existente (que es el nexo de unión entre niveles energéticos de ambos lados), en el perfil de aluminio.
Para ello, el perfil de la carpintería está compuesto en realidad, por dos perfiles y éstos, están unidos entre sí, mediante unos perfiles de poliamida reforzada con fibra de vidrio, que son dos materiales, con mala conductividad térmica. Este elemento ha de ofrecer unas características mecánicas, similares al aluminio, ya que al formar parte del perfil, la resistencia de éste, dependerá también de él.
Bien, habiendo hecho ya este breve preámbulo, con unas pocas pinceladas sobre la misión del elemento destinado a «romper» el puente térmico entre las dos mitades del perfil, he creído interesante comentar un par de malas experiencias que he tenido con dichos perfiles. Ambas, están relacionadas con una de las características intrínsecas de los metales y como no podía ser de otra manera, del aluminio, que es la elongación por dilatación, en función de la temperatura.
Es evidente, que si unimos los dos semi perfiles de aluminio, interponiendo un elemento aislante, obtendremos un conjunto con disparidad de temperaturas. Es decir, cada semi perfil, tendrá una temperatura diferente, si existe un salto de temperaturas entre los dos lados del cerramiento. Este salto de temperatura, puede ser bastante acusado, llegando incluso a superar, tranquilamente, los veinte grados Celsius.
La diferencia de temperaturas entre los dos semi perfiles, se traduce en una diferencia entre la elongación por dilatación, de cada uno de ellos. Es decir, una mitad es más «larga» que la otra. El ensamblado mecánico entre semi perfiles y elemento de unión aislante (poliamida), debe ser lo suficientemente resistente, para soportar el esfuerzo cortante que genera la diferencia de elongación entre componentes. Si no lo fuese, la diferencia de elongación entre mitades, provocaría un corrimiento entre cada semi perfil y el elemento aislante, que acabaría en un curvado del perfil, al ser una mitad, más longeva que la otra.
Esto, que parece algo poco factible, ya se me ha presentado en dos ocasiones, ambas, en perfiles lacados en color oscuro. La deformación era tal, que las mecanismos de cierre, de las hojas correderas de los cerramientos, dejaban de cumplir su misión, por falta de sincronismo, dejándolas inservibles.
Como puede intuirse, no es un tema baladí y la solución no es en absoluto fácil, que en ambos casos ha supuesto un dispendio económico importante, para poder adoptar la solución al problema.