En 1948, Citroën presentó su vehículo 2CV. Un vehículo que a pesar de haber estado gestándose desde el 1934, bajo el concepto TPV “Toute Petite Voiture”, de la mano del ingeniero francés Pierre-Jules Boulanger, necesitó catorce años para aparecer en el mercado. Hasta entonces, sólo se construyeron proyectos.
Si en algo destacó el Citroën 2CV y lo diferenció del resto de vehículos, es precisamente su curioso sistema de suspensión. Era ya habitual en Citroën, presentar alguna innovación substancial en el lanzamiento de un nuevo vehículo.
La suspensión del 2CV, es de brazos longitudinales oscilantes. Éstos, unidos elásticamente, entre ruedas de un mismo lado, delantera con trasera, tal y como se puede ver en la imagen.
Podríamos decir que, cuando una de las ruedas delanteras recibe el impacto de una alteración del piso, es transmitido a la rueda trasera, que la “prepara” para recibirlo. Se trataba pues, de una suspensión “predictiva”. La rueda delantera mueve, con cierto retardo y de forma suave, la rueda trasera, gracias al acoplamiento elástico que une los dos brazos.
Lo más habitual es que, la rueda, o mejor dicho, la estructura que sostiene a la rueda, ya sea brazo oscilante, trapecio, paralelogramo o simplemente un eje, esté unida al chasis o carrocería (según se haya dispuesto la estructura del vehículo), a través de un resorte, ya sea un muelle, ballesta o barra de torsión. Puede haber uno por cada rueda o uno compartido entre ruedas del mismo eje, pero no es habitual la disposición que presentó Citroën en su 2CV, en las que el resorte, en este caso un muelle, se dispone de forma horizontal y vincula a las ruedas de un mismo costado, pero evidentemente, de diferente eje.
Las primeras unidades de este singular vehículo contaban con amortiguadores de fricción, montados en el eje dónde pivota cada brazo. Éste, gracias a los discos de presión que, por medio de un muelle, a modo de prensa, los mantiene en contacto.
Otro de los dispositivos a destacar, de este inusual sistema de suspensión, es el de los “botes” de batido. Éstos, situados en los entremos de cada brazo, ejercen oposición al movimiento abrupto que producen las irregularidades del piso. Dentro de ellos, una masa oscilante es batida longitudinalmente, de forma vertical, en contra de un muelle antagonista, en baño de aceite, que suavizan el movimiento del conjunto.
Tanto el acople elástico entre brazos, como los mecanismos de batido, fueron los responsables de la buena fama que adoptó la suspensión de estos vehículos, que los hicieron propicios para circular por caminos con mal firme.
Como siempre, el hecho diferenciador es quien nos da valor y nos distingue del resto.